Una cara de sorpresa indescriptible, emoción y felicidad a partes iguales es lo que sintió el homenajeado al ver lo que se había preparado en su honor. Una celebración sencilla y casi casi de última hora que hizo volver a más de uno a esas meriendas de cumple que tanto nos gustaban de la infancia.
Un merienda con su rincón de regalos y las ganas de celebrar el cumple llegaban para hacer de los 36 el mejor de los cumpleaños…
Aquí os dejo una vista general de la fiesta sorpresa y podréis ver que con muy poco se puede hacer mucho…
Doblebeso!!
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